Lo confieso, con un poco de vergüenza, no sé planchar, no se trapear eficientemente, medio sé lavar a mano y soy una cocinera amateur a la que le quedan bien algunos platos en específico, pero que si le tocará cocinar todos los días sería un desastre descomunal.

No me debería dar vergüenza admitirlo ¿Por qué? ¿Quién dijo que la mujer ideal es la que sabe hacer todos los oficios de la casa? Pero el peso social influye en mí, esa cultura machista en la que no fui criada, pero en la que vivo, me hace sentir avergonzada de no saber hacer bien algunas labores domésticas.
Hay una realidad, no me criaron para ser ama de casa. Mi madre independiente, trabajadora, autónoma y sobre todo libre, me enseñó de todo menos eso. No tuve un ejemplo de mamá hacendosa de delantal, de levantarse a hacer desayuno y tener la ropa planchada impecablemente.
No porque no quisiera ella ser así, sino porque los afanes de la vida no se lo permitían, tenía que trabajar, desarrollarse como profesional y sacar adelante a su familia. Ella sí fue criada como una mujer hacendosa experta en labores domésticas. Cuando se dedicaba a la casa era la mejor, quedaba impecable como una tasita de plata, cocina delicioso, borda, cose, teje y demás.
Pero el afán diario no permitía que me mostrara o que me enseñara a ser una mujer hacendosa en las labores domésticas. Ella en su momento nunca se preocupó por eso, no sé sino lo pensó o tenía preocupaciones más importantes en su cabeza.
Crecí desde muy pequeña defendiéndome sola en casa. No tuve nadie que estuviera pendiente a mis tareas del colegio, si había estudiado, si tenía los materiales listos del colegio o si el uniforme que necesitaba estaba listo. Mi madre me enseñó a ser responsable, autónoma, a aprender a hacer mis cosas por mí misma, a organizar mi tiempo y saber que yo era la responsable de mis obligaciones.
Tuvo que ser así, no porque ella quisiera, sino porque tocaba, ella debía trabajar y yo ser una niña grande, responsable, disciplinada e independiente. Por supuesto que ella se encargaba de que mi ropa estuviera lavada, de que tuviera muchos libros y enciclopedias para estudiar (no había Internet) y cada vez que la necesitaba ella estaba allí no importaba la hora, era mi apoyo y mi amiga incondicional.
Pero yo no podía ser una carga, no podía esperar que llegara a las 8 de la noche para hacer con ella las tareas, era injusto y complicado. Tenía que hacer mis cosas y cuidar a mi hermano, ayudarle a él a hacer las tareas y a organizar sus cosas. Es menor que yo 3 años, yo era como su mamá sustituta.
Así que mi madre no tuvo tiempo de enseñarme a ser hacendosa y buena ama de casa. Había empleada en mi casa que se encargaba de eso y cuando no había hacíamos el oficio entre todos, pero yo lo hacía como se me ocurría que se debía hacer no con una instrucción en particular.
Así que en sus afanes diarios ella no le dio importancia a enseñarme las labores de la casa. Pero creo que hoy se arrepiente no haberme enseñado a barrer, a planchar, a cocinar y todo lo demás. Por qué hoy piensa que eso es requisito indispensable para que sea buena esposa y buena madre.
Hoy ella piensa que los hombres que buscan mujer para casarse tienen dentro de su lista de chequeo una mujer hacendosa y hogareña, con dotadas habilidades en barrer, trapear, planchar y cocinar.
Por supuesto que no soy una desaseada ni una desorganizada. Ella me enseñó a que, si tenía que ser responsable tenía que ser organizada, así que me gusta el orden y la limpieza, pienso que es indispensable para la vida en armonía.
No soy la mujer más hacendosa del mundo, no como quisiera mi mamá y el común de los hombres latinos con instinto machista. Y no sé si eso me reste puntos a la hora de evaluar lo que sería una buena esposa.
Antes no pensaba en eso, de hecho, no me había detenido ni a meditarlo. Pero debido a que noto preocupación leve en mi madre porque no hay panorama de matrimonio cercano y a que un porcentaje de mis amigas ya están casadas y con hijos, y yo estoy en el grupo que aún no “se han realizado como mujer” por no tener hijos y marido.
Pero haciendo una estadística amateur entre mis compañeras de colegio y de universidad, el grupo de casadas y solteras con hijos está 50/50. Me atrevería a afirmar que el asunto porcentualmente se inclina aún más en favor de las solteras si le sumamos a ese grupo las divorciadas (con o sin hijos) y las madres solteras sin pareja estable. Entonces el asunto de casadas vs solteras estaría 40/60 o hasta 30/70.
También noto que dentro de mis compañeras solteras no existe preocupación por su soltería, muchas no tienen como meta de su vida casarse y tener hijos, a algunas les gustaría, pero no tienen afán. Yo estoy en ese último grupo. Pero si he notado la creciente preocupación en nuestras madres.
Presencie cuando mi mamá se encontró con la madre de una compañera de colegio y una le preguntó a la otra ¿Ya tu hija se casó? A lo que ambas contestaron: No. Pude notar en las dos malas caras y preocupación.
Se sentaron ambas a tomarse un café y hablar del tema. Yo presencie la conversación en silencio, haciéndome la distraída con el celular.
La madre de mi amiga le manifestó a la mía que muchas de mi promoción eran solteras, que un pequeño porcentaje eran las afortunadas casadas ¿Qué está pasando? – pregunto ella. “En su tiempo a nuestra edad ya estarían todas casadas”, seguía ella diciendo.
Mi madre contestó que la época de ellas era distinta a la nuestra, que las edades en que ahora son madres han ido aumentando con el tiempo, hace mucho tiempo se era madre a los 17, luego a los 23, luego a los 25… hoy es común que sean madres a los 33, 35 y hasta 37.
Que, en la mayoría de los países del primer mundo, la vida de casada y de hijos de una mujer comienza después de los 35.
La mamá de mi amiga estuvo de acuerdo con los argumentos de la mía. “Estas épocas modernas han cambiado muchas cosas”, fue la conclusión de ambas.
Pero luego la madre de mi amiga agregó otros componentes a la explicación de por qué tantas solteras dentro de la misma promoción. Fue cuando el tema se puso espinoso e interesante.
Ella manifestó que antes no había tantos hombres gais o que por lo menos fueran homosexuales declarados ante la sociedad. Si eran gay estaban dentro del closet con hogar y con familia. El gran porcentaje de hombres abiertamente homosexuales ha disminuido en el mercado la oferta de hombres disponibles para casarse. Y sólo unas pocas han tenido la suerte de encontrarse heterosexuales solteros para formar familia. Por lo tanto, ni su hija ni yo hacemos aún parte oficial de ese grupo de “afortunadas”.
Su segunda explicación fue que la mayoría de los heterosexuales están casados, hay que esperar que se divorcien o meterse en la mitad, y esta última opción ni mi amiga ni yo la haríamos debido a nuestra formación moral y el respeto a la familia. Por lo cual ambas madres concluyeron que esa no sería nuestra opción. Hombre casado hombre sagrado.
Luego también dieron como hipótesis a su análisis sobre los factores que han influido en nuestra soltería, que existe un grupo de hombres heterosexuales solteros que no creen en el matrimonio. Que tienen delirio de adolescente y no tienen como meta en su vida casarse, tener hijos y formar una familia tradicional. Hombres heterosexuales que sólo piensan en desarrollarse como profesionales, en rumbear y viajar, en tener relaciones semi formales y de poca duración.
Y ambas concluyeron: “esos son los que nuestras hijas tienen que pescar”. A lo cual yo no pude evitar reírme ¿Pescar? ¿Sinónimo de atrapar?, pensé.
Yo no ando por la vida con la idea de “pescar” un hombre soltero para casarme. Ni mucho menos evaluando hombres para ver cuál es apto y debo atrapar antes de que otra soltera se lo lleve.

Debo confesar que la preocupación de mi madre y de las demás, me han creado dudas e incertidumbres frente a como visualizo mi futuro y lo que quiero para mi vida. Me han agregado una preocupación nueva, que no existía. Yo andaba feliz por la vida sin pensar en eso. No me había fijado en mi edad ni pensado que estoy, según ellas, a puertas de ingresar a un límite de edad en el que ya debería tener hijos y estar casada.
En mis noches de insomnio en vez de preocuparme por los asuntos de la oficina, por el calentamiento global, por el posible fin del mundo, por la desforestación, por los animales abandonados, me estoy preocupando por ¿Y si no me caso? ¿Cuándo debo tener hijos? ¿Será que adopto? ¿Será que me hago inseminación artificial sino aparece el famoso marido? Eran preocupaciones que antes no me importaban, que antes no existían en mi mundo.
Estoy en la absoluta incertidumbre y sin una respuesta a todas las dudas que ahora me asaltan. Veremos qué pasa con el tiempo y si este en su sabiduría me da o me muestra las respuestas.
Hoy por hoy una soltera ya no tan feliz y llena de dudas.


A mi me pasa igual y no creo que necesitemos tener esos conocimientos para ser buena madre o esposa, sólo hay que ser una persona organizada y limpia. Yo me voy a casar el otro mes y mi novio nunca se ha preocupado por eso
de acuerdo totalmente, eso es machismo, eso de hacer oficio como si fuera nuestra obligación. Ellos también tiene que barrer, cocinar y plancharse su ropa, no somos sirvientas de ningun man