A ti que no estas

No quiero empezar saludándote con todos esos formalismos ni preguntarte ¿Cómo estás? ¿Qué has hecho de nuevo? Ya no estás aquí y ya no volverás, sinceramente no me interesa en este momento saber como es “el más allá” y menos que tú me lo cuentes.

Me odio porque ni siquiera te puedo recordar. No te he podido sanar ¿Alguna vez lo haré? ¿Por qué no te recuerdo? No recuerdo el sonido de tu voz, no recuerdo como me hablabas, no recuerdo nuestros momentos juntos.

Para mi infortunio, cuando tu respirabas en este planeta no había celulares con cámaras con las que puedes registrarlo todo. Tenemos muchas fotos que me permiten recordar tu rostro. Pero ningún vídeo. Adorabas la fotografía ¿Nunca se te ocurrió explorar el vídeo? ¡Oye! Son fotografías en movimiento ¿Qué te pasó? ¿Por qué no innovaste? En fin… en este momento me hubiera sido muy útil un vídeo, para llenar esa angustia que me ahoga por no poder recordarte.

Tengo pequeñísimos y breves recuerdos, unos flashes de imágenes sin sonido. Recuerdo que te escribí una carta y te la tiré sobre del ataúd antes que le echaran la tierra, pero no recuerdo que te escribí, qué decía esa carta.

Recuerdo que me tenía mi madrina cargada, le mostré la carta y ella me dijo: tírala en su ataúd, Y me dijo que tú la leerías ¿La leíste? Dime ¿La leíste?

No puedo pensar, hablar y escribir sobre ti sin llorar, mis ojos son como un grifo abierto incontenible, como una cascada que no se agota y sinceramente quiero que esa cascada se quede sin agua. Ya no te quiero llorar más, estoy agotada de llorarte. Te he llorado por treinta años ¿No son demasiados?

Te despediste de todos, menos de mí y si lo hiciste no lo recuerdo. Y no lo he recordado nunca, si te despediste se borró por completo de mi mente, fue como una brisa breve que se fue de mi para siempre. Despídete otra vez por favor.

Te he odiado siempre por eso ¿Por qué te despediste de todos menos de mí? Te despediste de mi mamá, de Bi, creo que hasta del perro, pero de mí no.

Una vez le pregunté a mi mamá, por qué te habías ido a despedir de Bi y no de mí. Ella me contestó que Bi era más pequeño, más frágil e indefenso. Que a ti te preocupaba más Bi que yo. No que lo amaras más a él, sino que yo era más valiente y capaz de salir adelante por mi misma. Mientras que Bi iba a necesitar más ayuda.

No soy más valiente ni más capaz, créeme soy tan frágil como Bi. Y una despedida hubiera sanado mi alma y este corazón roto en mil pedazos que no ha podido sanar. Sabes, todavía puedes despedirte ¿Por qué no te me apareces en los sueños? ¿Por qué ni siquiera te sueño? Regresa y despídete, a ver si por fin te dejo ir, a ver si por fin se agota la cascada.

Te amo, aunque sólo nos tuvimos uno al otro por 7 años. Te amo y extraño tanto, aunque no recuerde tu voz. Fuiste maravilloso en esos siete años, lo sé, sino no hubieras dejado esta huella tan profunda en mi alma.

Todos me dicen que me amaste con toda tu alma y lo sé, aún después de treinta años hay vestigios de ese amor en mí.

Me despido porque se me atragantan las palabras en la garganta o más bien en los dedos. Nos hablamos luego, en otras páginas, en otro momento.

Te ama, La Tata.

Posts created 8

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Related Posts

Begin typing your search term above and press enter to search. Press ESC to cancel.

Back To Top