Se festejó el día del amor y la amistad en la oficina y fue inolvidable. Me sentí como en una estepa africana, viendo como fieras devoraban una presa. Algo así:
Unas compañeras nuevas, para congraciarse y agradar al resto de la oficina (fueron un poco antipáticas con muchos) organizaron un compartir. Recogieron dinero e hicieron un buffet. Les quedó súper lindo todo. Mucha comida, mesas bien servidas y una decoración hermosa.

La lógica indicaba que antes de abrir el buffet se dirían algunas palabras y una breve actividad de integración. Pero una vez sirvieron el buffet, mis compañeros de oficina saltaron a las mesas con sus platos, cual salvajes, como si llevaran días sin comer.
Yo estaba aterrada ante tanta vulgaridad y comportamientos ordinarios, no estoy acostumbrada a esas situaciones. Creo que si Homero Simpson, especialista en devorar bufés, hubiera estado allí se habría asustado, retrocediendo ante esa salvajada, tal y como hice yo.
Fue una imagen dantesca, eran como buitres peleándose la carne de un cadáver. Serví en mi plato dos deditos de queso y una compañera me dijo “Oye no cogiste casi nada”, le contesté “No se trata del que más coja comida”.
Ensuciaron el suelo, derramaron las bebidas, parecía un chiquero…
Por eso no suelo compartir ni celebrar fechas especiales en la oficina. Nunca son una celebración, son una vulgaridad en la que no se da un compartir de actividades o experiencias que generen compromiso, actividades didácticas y conversaciones interesantes que logren una integración.
Seré para ellos un bicho raro, antipática, creída, presumida… me importa un rábano. No vivo mis días tratando de agradar a desconocidos ni intentando encajar entre buitres, cuando yo soy un Pegaso, un unicornio y un dragón, soy maravillosa, mágica, auténtica, mitológica y única.
Por supuesto que no puedo etiquetar a todos mis compañeros de oficina dentro del grupo de bestias salvajes y carroñeras. Varios son personas auténticas e interesantes. Pero como ocurre con la humanidad, los vulgares son la mayoría.
Bueno… de que te extraña? si ese es el comportamiento normal de la clase baja, de los nacos corrientes y tristemente ocurre principalmente con los latinoamericanos. Yo soy mexicana y vivo en Francia y he tenido que presenciar estos comportamientos en eventos de fin de año y reuniones que hacen en mi trabajo, mientras mis compañeros franceses disfrutan del momento y van comiendo poco a poco, llegan los 4 latinos que están conmigo y se llena el plato a reventar, repiten hasta que se acaban toda comida.. son tan ordinarios que los franceses se aterran y los discriminan. Yo soy un bicho raro como tu, no me junto con ellos para no ser estigmatizada con ese comportamiento, porque no todos los latinos somos así, solamente los de clase baja, la gente corriente.