Consentida

A veces me preguntan ¿Tu eres muy consentida? ¿Verdad? Preguntas a las que no sé exactamente que responder.

Antes de contestar es importante saber ¿Qué significa ser mimada o consentida para la persona que te pregunta? ¿Bajo que contexto se considera que una persona es consentida?

La palabra consentida tiene diferentes significados de acuerdo con el entorno en el que se esté utilizando, en algunos momentos puede denotar alguien malcriado o malacostumbrado. Suelen pensar que una persona mimada es sobreprotegida e incapaz de desenvolverse por si misma.

Ser consentida también significa: alguien a quien acarician, abrazan, regalan, halagan y complacen de manera frecuente.  Y bajo este último significado puedo responder que: sí soy mimada.

He sido consentida desde que nací, porque mis padres y familia se encargan día a día de hacerme sentir lo mucho que me aman. Me tratan como la reina que soy, me demuestran con hechos y palabras lo importante que soy para ellos.

Crecí desde niña acostumbrada a que me escribieran constantemente lo mucho que me aman. Mi papá desde que nací hasta el día en que él falleció, cada vez que se iba de viaje (así fuera de un día) me enviaba por correo una postal con un hermoso mensaje.

Tengo cientos de postales, más de 300. Hay una postal hermosa que me envío cuando yo tenía dos meses de nacida, que dice: “…tu todavía no sabes leer, pero cuando aprendas leerás esto y sabrás que este día pensé en ti y que te amo…”.

Efectivamente, cuando aprendí a leer era para mí una emoción inmensa recibir sus postales, así el volviera del viaje al día siguiente. Siempre esperaba feliz esas postales, donde me contaba historias, me escribía poesía y me decía (siempre) lo importante que fui para él.

Hoy es indescriptible el sentimiento que me provoca, ir a la cajita de postales, tomar una al azar y leerla, es como si él estuviera al lado mío.

También me compraba tarjetas, en las que escribía a mano hermosos mensajes (que hoy llamo, tarjetas con frases empoderadoras) y me las regalaba un día cualquiera cuando menos lo esperaba. Todas las tardes cuando llegaba del trabajo me traía un chocolate.

Desde que aprendí a escribir tengo cuadernos en los que plasmo lo que pienso y dentro de ellos siempre he encontrado cartas que me escribe mi mamá. Un día cualquiera abro mis cuadernos y encuentro cartas de mi mamá.

Esa es una sorpresa que me encanta, me roba sonrisas y me alegra el día. Tengo también cientos de cartas para mí escritas por mi mamá dentro de mis cuadernos, no las he contado, pero pasan de lejos de las 300. Uso cuadernos para expresar lo que siento desde los 4 años y en un año (en promedio) me gasto 20 cuadernos, y mi mamá me escribe en mis cuadernos como mínimo 5 o 6 cartas…

Crecí leyendo con mi familia todas las noches. Cuando no sabía leer mis padres me leían, cuando aprendí lo hacíamos entre todos. Cada día a uno de nosotros le tocaba un capitulo o una parte del libro y así nos leíamos juntos un libro completo. Nos hemos leído juntos muchísimos libros en todos estos años. También aprendí, desde que tengo uso de razón, a orar en familia. Después de leer llega el momento de la oración.

Mi cumpleaños se vuelve una semana fabulosa, me lo celebran toda la semana.  Mi mamá creó la tradición de regalarme todos mis cumpleaños un ramo de flores distintas y únicas. Nada de rosas, margaritas o girasoles. El día de mi cumpleaños me regalan flores exóticas y raras. He recibido la flor de la col, 11 tipos de orquídeas diferentes, 6 tipos de astromelias distintas… Cada año espero con ansias la flor que me van a regalar.

Mis padres siempre me dijeron que, a una reina como yo, no le pueden regalar unas simples rosas. Crecí acostumbrada a recibir flores únicas. Así que mis novios siempre han tenido que esforzarse bastante al momento de regalar flores.

Mi mamá creó la tradición del pre- cumpleaños, que consiste en que aproximadamente un mes antes me dejan regalos sorpresa. Empiezo a encontrar por la casa, algunos días, pequeños detalles de mis amigos y mi familia deseándome un feliz pre -cumpleaños.

Asimismo, estoy acostumbrada a recibir por parte de mi familia y amigos cercanos regalos peculiares. Siempre se esfuerzan por regalarme algo especial, que saben que efectivamente me va a encantar. Nada de pijamas, ropa, bonos, zapatos… sino que se toman el trabajo de buscar un regalo único y que me vaya a gustar muchísimo. Planean durante el año cuales van a ser mis regalos.

He recibido violines, libros de primeras o exclusivas ediciones, lápices especiales, tantas cosas en todos estos años… de niña recibía muñecas únicas de ediciones limitadas, en las que hacían 10 muñecas en todo el mundo y de las cuales yo tengo una. Las muñecas normales las recibía cualquier otro día del año. Que se esfuercen tanto por buscar regalos especiales para mi cumpleaños me demuestra lo mucho que me aman.

Me dan serenatas el día de mi cumpleaños. La primera la recibí a los 5 años, me la llevó mi papá. He recibido muchas serenatas, de novios, mi mamá, mi abuela…

Me despiertan todas las mañanas siempre con mucha dulzura. Si hace frío me llevan un chocolate caliente. Son tantos detalles de afecto que recibo a diario que para mí son normales, hacen parte de mi cotidianidad. Pero que no son algo normal en el mundo de muchas otras personas. Y creo que ese “exceso” de afecto que recibo hace que perciban de mí que soy una consentida, también me ha hecho muy caprichosa, exigente y mandona. Me enseñaron a que me merezco lo mejor y no debo ni esperar ni recibir menos.

No estoy acostumbrada a que me traten a gritos o de manera tosca. Ni me tengo porque familiarizar con ese tipo de trato.

Entonces, sí, en definitiva, soy una consentida ¿Y qué?