Cuando escribo me exorcizo de mis demonios y mis miedos, puedo ver con claridad el mundo que me rodea, me permite entender mis sentimientos, poder comprender los sucesos no sólo desde mi punto de vista, escribir es para mí una burbuja que me permite tomar aire y continuar avanzando.
Hoy leí en Facebook, esta publicación en el muro de un conocido: “Hay gente que publica fotos de un vestido de novia tipo princesita etc, si, son muy bonitos y cute todos ellos, pero yo como macho heterosexual, mi esposa ideal llevaría al altar algo sexy tipo gatubela…. no me podría casar con una chica que se vista como princesita tipo Disney”.
Acepto su forma de pensar, cada quién escoge su pareja según sus preferencias. Lo que me aterra es pensar que ser la esposa “ideal” de alguien se mida por la capacidad de vestirse o de actuar de un modo u otro.
No sé si seré una romántica utópica. Pero mi esposo “ideal” será aquel hombre que me quiera tal y como soy, posiblemente muy diferente a él en gustos de moda. Un hombre que me quiera, así como soy: cursi, con delirio de Barbie, enamorada del rosa, criticona, que no come callado, que todo lo cuestiona y lo pregunta, obstinada, mal geniada, acelerada, hiperactiva, demasiado sincera…
Un hombre que no intente cambiarme en algo que jamás seré, con el que cada día pueda ser una mejor persona, que ame hasta mis defectos, porque son precisamente estos últimos los que hacen que cada día trate de ser un mejor ser humano.
Un hombre que no tema llorar en cine mientras se ve una película de muñequitos con final dramático, un hombre que se vista de rosa, de azul, de negro, del color que sea porque sabe que un color no define a una persona ni lo hace más o menos macho. Porque su virilidad no la define la ropa.
Que me ame así vaya vestida de princesa cursi con vestido vaporoso, con lencería sexy o con ropa aburrida de domingo. Porque no ama lo que me pongo ni se enamoró solamente de como luzco, sino que se enamoró de aquello que no se ve con los ojos sino con el alma.
Que me ame así como soy, salvaje, indomable y rebelde. No salvaje porque me vista de cuero y tacones metálicos, sino porque no me doblego ante nada, aunque tenga miedo sigo adelante, no dejo de ser quien soy por encajar en un grupo social o por agradarle a alguien, porque no bajo la cabeza, enfrento la vida mirando de frente y sonriendo por más difícil que sea el camino.
Y sí, quiero un rey del color que sea, si es azul sería genial me encanta ese color… pero todos los tonos del arcoíris son hermosos. Un caballero que me abra la puerta, me regale flores, me dedique canciones, coloque serenatas, me sorprenda a diario, me robe sonrisas, me llene de detalles desde un simple chocolate hasta un poema hecho en una servilleta. Un hombre que sabe que su reina también es una bruja perversa, porque conoce que el mundo no es blanco o negro, sino lleno de colores y matices. Que hoy puede despertar al lado de una dulce princesa, en la tarde almuerza con una reina autoritaria y mañana al lado de una bruja malévola, pero que la ama así, difícil, complicada, dual y en constante evolución.
Un caballero que sabe que su reina es más allá de una simple reina ordinaria, es La Reina, es una Khaleesi poderosa y dueña de dragones, capaz de resolver sola sus problemas, porque es independiente y muy inteligente, pero que también sabe que a veces no está de más cargarla en sus brazos y alivianarle el camino.
Quiero un rey que también sea un diablito malo, pícaro y juguetón, que de vez en cuando se convierta en un camionero de vello en pecho, macho y fuerte que cuando tenga miedo lo abrace y me sienta segura.
No quiero un hombre que piense que soy su muñequita, su juguete, su trofeo o una plastilina para moldear a su antojo. Que piense que su mujer ideal es aquella que calla, sonríe y acepta, que se debe vestir como él prefiera.
No quiero un príncipe que crea que puedo ser su mamá, su sirvienta, su secretaria… sino su amiga y compañera de viaje en el recorrido que decidimos emprender juntos.
¿Estará por allí ese rey? Estoy segura que sí… Ya nos encontraremos en el camino.
