Hago parte un grupo de trabajo, en el que cada uno cumple un rol. Allí, como es normal, tengo amigos, conocidos, rivales… de todo. Durante toda mi vida se me han presentado tres situaciones:
Primera situación
Soy muy popular. Sin hacer nada para serlo. En el colegio, en la universidad, en el trabajo, en el campo social, en donde me meta, todo el mundo me conoce, todos se saben mi nombre, personas que yo no tengo ni la menor idea de quienes son, me saludan por mi nombre.
Aunque me ha ocurrido toda mi vida no deja de sorprenderme.
Por ejemplo, en la universidad me conocía literalmente todo el mundo. Me saludaban por mi nombre gente de todas las carreras y profesores de todas las facultades. Eso me aterraba, porque en realidad no hice nada para que eso ocurriera. No pertenecí a ningún grupo, no hacía casi vida social con mis compañeros menos con desconocidos, no era representante estudiantil… solo iba a clase y ya.
Simplemente era buena estudiante y rara, siempre he sido la niña diferente, pero en la universidad en la que estudié todos eran raros. En esa época, allí estudiaban todos los peliculares de la ciudad.
Así que (se suponía) que yo era una rara más entre los raros. Pero inexplicablemente era la rara más popular, odiada, amada, admirada… una cosa bien extraña. Les confieso que una de las razones por las cuales me gradué lo más rápido que pude (un año antes) es porque me agobiaba ser tan popular. Estar en el centro de las miradas, lo que hacía o dejaba de hacer, lo que escribía en clase, las notas que sacaba… todo.
Como era de esperarse, en el grupo en el que estoy, que tiene como 150 personas, soy popular, un gran porcentaje de todos ellos me conocen, en cambio yo conozco a ¿la mitad? Se saben mi nombre y algunos datos más míos que me sorprenden.
Esa popularidad y estar en el centro de las miradas trae consecuencias negativas, una de las cuales es la:
Segunda situación
Tengo muchos rivales y enemistades gratis. Sin hacer absolutamente nada le caigo mal a algunas personas. No sé si es que les choca todas mis excentricidades, pero son de nacimiento, así vine de fábrica.
Y esas rivalidades me traen problemas y sinsabores sin sentido. Tengo una personalidad fuerte, soy líder por naturaleza, mandona, egocéntrica y hasta antipática en ocasiones. Y eso acentúa el malestar que provocó en algunos.
Suelo generar en los demás los dos extremos, animadversión y amor, hasta las dos al tiempo en algunas personas, me odian y me aman, complejo de entender, pero cierto. Confieso que en ocasiones me gustaría ser gris, pasar desapercibida, anónima, una más, pero no puedo, mi naturaleza no me lo permite.
El punto de todo esto es que, recientemente tuve que liderar un proceso dentro de mi grupo y me tocó convocar personas para una labor muy aburrida, que requería esfuerzo y tiempo. En ese proceso, unas chicas, de las que pensé que eran mis amigas, lanzaron un comentario burlesco que me sorprendió y molestó, dijeron “ahora con esto te va a odiar la otra mitad del grupo que aún no te odia”.
Esas palabras me quedaron sonando en la cabeza y por un momento pensé que eso iba a ocurrir. Pero me llevé la agradable sorpresa que mi trabajo tuvo mucha aceptación y hasta hice nuevos amigos. Fue ahí donde comprendí lo que mi mejor amiga me decía sobre las mujeres que hicieron el comentario, esas que consideré mis amigas, que ellas son pura hipocresía.
Fue un comentario ponzoñoso, se alegraban de que me ganara la enemistad de otros e hicieron el comentario con la total intención de hacerme sentir mal.
Es ahí donde sucede la:
Tercera situación
No sé disimular lo que pienso y siento. Y eso genera en los demás los mismos extremos, aceptación o rechazo. Se me salen las palabras, no me puedo quedar callada, como dice el eslogan de esta página, “Si me callo me salen subtítulos”.

Mi vida social es demasiado complicada es como una reacción química volátil y peligrosa ¿Los ingredientes? Popularidad extrema (no querida ni buscada), género sentimientos extremos en los demás y soy chocantemente franca. Mi vida parece un capítulo del algebra del Baldor.
Tal vez porque soy tan peculiar soy tan popular, los bichos raros siempre llaman la atención.
Alguien me escribió una vez: “Eres como un Pegaso dentro de un rebaño de ovejas. No puedes evitar que las ovejas te miren, se fascinen por la criatura maravillosa que eres, amen tus alas o las envidien tanto, que quieran arrancártelas. No puedes evitar que los lobos se quieran devorar el ser más hermoso dentro del rebaño. Tu dedicate a ser el mágico Pegaso que eres e ignora a las ovejas y a los lobos”. Creo que este ha sido el cumplido más hermoso que he recibido en mi vida.
Y sí, voy a dedicarme a ser el Pegaso mágico que soy.


