Tradiciones

Revisando los baúles de recuerdo familiares en busca de una postal enviada por mi papá, encontré la carterita de todas las cartas que mi padre le envió a mi madre.

Esas cartas están allí para leerse, porque se encuentran en uno de los baúles de recuerdos familiares. En mi casa hay cuatro cajas grandes, dos de madera estilo baúl y dos de mimbre en las que se encuentran guardadas todas aquellas cosas consideradas recuerdos familiares: cartas, postales, tarjetas, notas, certificados de premios o méritos, entre muchas otras cosas. Eso sí, menos fotos, esas están en los álbumes.

En esos baúles se guardan los recuerdos que consideres familiares, puedes sacar de tu baúl propio de recuerdos y guardarlos allí, en el familiar. Lo que significa que puede ser visto por cualquiera de la casa.

Mi familia está llena de tradiciones, a la que ahora llamarían anticuadas, yo las llamo “vintage”. Algunas tradiciones que adoro siguen intactas en mi familia, otras la modernidad nos ha obligado a transformar o desaparecer.

Por ejemplo, mis padres todos los años enviaban por correo postal a sus amigos y familia una tarjeta de navidad y año nuevo.

A veces era un dibujo diseñado por mi padre y mandado a replicar en una litografía, otras eran fotografías tomadas por él (era fotógrafo aficionado, muy bueno y premiado). El asunto es que cada año hacían una tarjeta personalizada con un hermoso mensaje y se la enviaban a sus seres queridos.

Para estos días me encanta ir al tercer piso abrir esos baúles y ver esas tarjetas. Esa tradición en mi casa fue mutando, hoy sigue existiendo de manera digital, yo todos los años diseño dos tarjetas una para año nuevo y otra para navidad. Y todos los años las envío por mail y por WhatsApp.

Pero no es lo mismo, nunca será lo mismo. La tarjeta digital se pierde, las personas las personas las borran de sus celulares y al menos que la subas a Instagram, la tarjeta se perderá en el olvido. Las generaciones nuevas no sabrán que esa tradición existió en su familia. Ojalá pudiera revivirla y enviar tarjetas por correo postal.

Desde que nací mi papá tenía la costumbre que cada vez que se iba de viaje me enviaba una postal, con un lindo mensaje, extraño esa tradición.

Volviendo a las cartas, una de las cosas que más extraño son las cartas, hoy reemplazadas por los correos electrónicos o tristemente por un mensaje de WhatsApp. Esta tarde leí algunas cartas de mi abuela a mi abuelo, de mi padre a mi madre… Y fue emocionante.

Esas cartas son un tesoro, me permiten conocer más a mi papá y su particular forma de escribir, siempre con humor y analogías. Él también me escribía cartas. Es emocionante esperar y recibir cartas de alguien que amas.

Hoy yo puedo leer esas cartas porque existen en físico ¿Cómo harán mis nietos? Les tendré que dejar mi clave del Hotmail para que urgen y encuentren los mails de mis ex amores o de amigos. Otra sería que las imprima y las guarde en mi baúl de recuerdos.

Aunque debo decir que sigo recibiendo cartas en físico, en mi familia no nos enviamos emails, nos escribimos cartas a mano. Es una tradición que permanece. Y pues, mis ex amores se han adaptado a la tradición, ya sea porque les gusta escribir o porque debían estar a la altura, no me gustan los mails “románticos”, precisamente porque de románticos no tienen nada, al menos que no exista otra opción sino enviar un mail de amor.

Jamás serán como una carta de papel escrita a puño y letra. Cuando tomas una hoja, lápiz y te sientas a escribirle una carta a alguien estás haciendo magia. Desnudando tu alma, buscando en tu corazón las palabras apropiadas, cuidando tu ortografía, porque no hay corrector automático. Ese momento en el que te dedicas a escribir una carta, es un auténtico instante que le dedicas a nadie.

Leyendo las cartas de mi papá a mi mamá me di cuenta de que él finaliza las misivas enviándole besos con sabores frutales a mi madre. Me reí mucho, porque resulta que yo hago lo mismo y no sabía que lo había heredado de él.

Tener tradiciones es necesario y fundamental en las familias y en nuestras propias vidas. Nos permite generar arraigo, raíces, conocer quien eres y de donde provienes, te da una identidad familiar y cultural.

Las tradiciones unen, vinculan, acercan, generan amor, amistad, cordialidad, entre muchas otras cosas positivas.

Debemos cuidar nuestras tradiciones familiares, fomentarlas, explicarles a las nuevas generaciones su propósito e importancia dentro del núcleo familiar. Las tradiciones positivas unen los hogares.

Si alguno de los que lee no creció en un hogar que tenga tradiciones, pues sencillo, crea tus propias tradiciones, compártelas con tu hogar. Se el pionero de tus tradiciones familiares.

Deberíamos rescatar aquellas tradiciones anticuadas, por ejemplo, escribir cartas, aunque sea en navidad. Sentarnos un momento y escribirle una carta a los seres que amas, y obsequiarla el 24 junto a los demás regalos. Es mi propuesta ¿Te animas? Espero que sí. Un beso de piña para todos.

Posdata: hoy es jueves de #TBT, una tradición digital, así que escribí un #TBT que incluye fóticos viejas.

En este mundo digital también podemos crear tradiciones bonitas y auténticas, solo tenemos que dejar volar nuestra imaginación.